La carcinogénesis
Es evidente que el carcinoma de células escamosas de la cavidad oral (COCE) se desarrolla a lo largo de muchos años y durante este periodo hay varios sitios con transformación neoplásica ocurriendo en la cavidad oral [1].
La carcinogénesis oral (Figura 1) es un proceso multifactorial sumamente complejo que tiene lugar cuando las células epiteliales se ven afectadas por varias alteraciones genéticas [2], entre las claves se encuentran afecciones sobre los genes TP53, NOTCH1 (Notch homolog 1, translocation-associated [Drosophila]), EGFR (epidermal growth factor receptor), CDKN2a (cyclin-dependent kinase inhibitor 2a), STAT3 (signal transducer and activator of transcription 3), Cyclin D1, Rb (retinoblastoma)[3].
Es probable que la carcinogénesis oral comience con la transformación de un número limitado de queratinocitos normales. Esta transformación puede expresarse vía procesos epigenéticos y cambios citogenéticos que alteran la progresión del ciclo celular, los mecanismos de reparación del ADN, la diferenciación celular y la apoptosis, lo que puede ser causado por mutaciones al azar, por la exposición a una variedad de factores biológicos, agentes cancerígenos o por errores en los procesos de reparación del material genético [4], originando un queratinocito inestable, en campo de pre-cancerization ya dispuesto a cambios neoplásicos malignos [4], el cual puede heredar estas alteraciones a sus clones. Posteriormente, las presiones de selección del microambiente de la mucosa oral pueden actuar sobre la población clonal heterogénea, permitiendo perpetuar aquellas células con mejores herramientas y ventajas de adaptabilidad, superviviencia y proliferación por sobre sus células vecinas normales [4, 5].
La tumorigénesis requiere múltiples elementos esenciales: un potencial de replicación ilimitado, autosuficiencia en las señales de crecimiento, carencia de sensibilidad a las señales de anti-crecimiento, la capacidad de evadir apoptosis, un aumento de la angiogénesis e invasión y metástasis [6]. Evidencia reciente sostiene que las señales biofísicas y bioquímicas de la matriz extracelular asociada al tumor influyen en cada una de las características esenciales de un cáncer y por lo tanto son fundamentales para su malignidad [7].
El microambiente tumoral
Para el abordaje eficaz del cáncer, debe considerarse a éste como una enfermedad que implica interacciones complejas entre una comunidad de células heterotípicas, representadas por el tejido canceroso original, el tejido recientemente formado y las células que lo rodean [8]. El microambiente tumoral del carcinoma de células escamosas de la cavidad oral (COCE) se compone de fibroblastos asociados a cáncer (CAFs), células inmunitarias y otras células de sostén (Figura 2).
Cambios oncogénicos en los perfiles de expresión génica contribuyen a alteraciones microambientales como la acumulación de ROS, sobreproducción de citoquinas y transición epitelio mesénquima (EMT). Los CAFs son algunos de los elementos más críticos del microambiente tumoral, que contribuyen a la proliferación, invasión y metástasis. La respuesta inmune adaptativa se suprime en el COCE a través de la sobreexpresión de citoquinas, provocada por la apoptosis de las células T y alteraciones en la maquinaria del procesamiento antigénico [9]. La sobreexpresión de citoquinas críticas, como el factor de crecimiento transformante-β (TGF-β), contribuyen a la EMT, la inmunosupresión, y la evolución de la CAFs. La inflamación y la hipoxia son las fuerzas motrices de la angiogénesis y el metabolismo alterado [10]. El COCE utiliza el metabolismo glicolítico y oxidativo para alimentar la tumorigénesis a través de mecanismos acoplados entre las regiones celulares de cáncer propiamente tal (parénquima) y células del microambiente tumoral (estroma) [3].
Cambios oncogénicos en los perfiles de expresión génica contribuyen a alteraciones microambientales como la acumulación de ROS, sobreproducción de citoquinas y transición epitelio mesénquima (EMT). Los CAFs son algunos de los elementos más críticos del microambiente tumoral, que contribuyen a la proliferación, invasión y metástasis. La respuesta inmune adaptativa se suprime en el COCE a través de la sobreexpresión de citoquinas, provocada por la apoptosis de las células T y alteraciones en la maquinaria del procesamiento antigénico [9]. La sobreexpresión de citoquinas críticas, como el factor de crecimiento transformante-β (TGF-β), contribuyen a la EMT, la inmunosupresión, y la evolución de la CAFs. La inflamación y la hipoxia son las fuerzas motrices de la angiogénesis y el metabolismo alterado [10]. El COCE utiliza el metabolismo glicolítico y oxidativo para alimentar la tumorigénesis a través de mecanismos acoplados entre las regiones celulares de cáncer propiamente tal (parénquima) y células del microambiente tumoral (estroma) [3].
Algunos marcadores para los elementos en el microambiente tumoral del COCE se muestran en la Figura 1 e incluyen la E-cadherina, cytokeratinas, PD-L1, FasL (COCE); CD33, CD144, ALDH (células madres de cáncer); N-cadherina, vimentina (EMT); α-SMA, integrin α6 (CAFs); CD4+CD25+FoxP3+ (células T reguladores); CD8+, TCR, Fas, PD-1 (células T citotóxicos), CD4+ (células th2 citotóxicos) y CD34+(células precursoras mieloides) [3].
Desórdenes potencialmente malignos y cambios displásicos
El COCE se puede presentar como una “historia natural”, que se origina desde los queratinocitos no aberrantes que son expuestos a un estímulo que rompe la homeostasis, siguiendo con una hiperplasia epitelial, displasia en diferentes grados, carcinoma in situ (CIS) hasta un carcinoma invasor y la generación de metástasis a distancia [1], con la consecuentes manifestaciones clínicas. Esta historia natural otorga un mapa para los distintos abordajes investigativos, tanto en ciencia básica, la traslacional y el ambiente clínico-terapéutico.
Los primeros cambios clínicos detectables que pueden alertar sobre un epitelio en camino para el establecimiento de un COCE son la aparición de desórdenes potencialmente malignos, de ellos la Leucoplasia y la Eritroplasia que son los más comunes [11].
La Leucoplasia es una placa blanca de riesgo cuestionable habiendo excluido otras enfermedades o desordenes conocidos que no aumentan el riesgo para cáncer [12]. Microscópicamente las leucoplasias exhiben cambios epiteliales reactivos como la hiperplasia, hiperqueratosis y acantosis. Histológicamente, debe hacerse una distinción entre las leucoplasias displásicas y no displásicas. El término displasia se refiere a lesiones precursoras epiteliales que muestran combinaciones y grados de atipía citológia (por ejemplo, hipecromatismo, aumento de tamaño nuclear, pleomorfimos, disqueratosis, figuras de mitosis anormales o aumento de mitosis). Cuando las alteraciones se encuentran en los queratinocitos basales o parabasales, se denomina displasia leve, cuando las atipías se encuentran en el estrato medio se denomina displasia moderada y cuando los cambios se extienden a la capa superficial, se aplican los términos de displasia avanzada y carcinoma in situ (la atipía es completa, desde la base a la superficie) [13]. Aproximadamente el 1% puede progresar a transformación maligna [11].
Además de las placas blancas, existen las rojas. La Eritroplasia (potencial maligno muy alto) se define como una placa roja que no puede ser caracterizado clínica o patológicamente como otra enfermedad [11]. Si se presenta una mezcla de cambios rojos y blancos, las lesiones reciben el nombre de eritroleucoplasia. Las eritroplasias comúnmente muestran algún grado de displasia y presencia de carcinoma. En general, deben ser tratadas debido su alto riesgo a transformación maligna [11].
En general, si una lesión en la mucosa oral no se cura dentro de 3 semanas, un tumor maligno o algún otro trastorno grave deben ser excluidos, indicándose una biopsia y un análisis histopatológico [14].
Clasificación de los tumores: OMS y perfil de expresión génica
El carcinoma de células escamosas de la cavidad oral (COCE) deriva de una displasia epitelial y se caracteriza por una proliferación neoplásica cuya maquinaria oncogénica destruye localmente la membrana basal subepitelial [8]. La habilidad para hacer metástasis está directamente asociada con el grado de diferenciación tumoral de las células cancerígenas [8]. La Clasificación Internacional de Tumores de la OMS clasifica a los tumores en bien diferenciados, moderamente diferenciados e indiferenciados [15]. Otra característica histológica frecuentemente estudiada es el Patrón de Invasión el Frente de Invasión Tumoral (grado de cohesión con que invaden las células cancerígenas), el cual es considerado un buen factor pronóstico en el COCE [16].
La clasificación internacional de tumores de la OMS es esencialmente histológica y extemadamente limitada. Considerando que el cáncer es una enfermedad compleja, caracterizada por una heterogeneidad genética, los cánceres de células escamosas de la cabeza y cuello (incluyendo el COCE) pueden se clasificados de acuerdo a su perfil de expresión genética como "basal", "mesenquimal", "atípico" y "clásico" (Figura 5). El subtipo atípico incluye l mayoría de los cánceres positivos para virus del papiloma humano (HPV). Esos subtipos han sido validados usando diferentes bases de datos del Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA) [17]. El estudio del TCGA representa el mayor análisis genómico e integrador de los cánceres de cabeza y cuello.
La clasificación internacional de tumores de la OMS es esencialmente histológica y extemadamente limitada. Considerando que el cáncer es una enfermedad compleja, caracterizada por una heterogeneidad genética, los cánceres de células escamosas de la cabeza y cuello (incluyendo el COCE) pueden se clasificados de acuerdo a su perfil de expresión genética como "basal", "mesenquimal", "atípico" y "clásico" (Figura 5). El subtipo atípico incluye l mayoría de los cánceres positivos para virus del papiloma humano (HPV). Esos subtipos han sido validados usando diferentes bases de datos del Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA) [17]. El estudio del TCGA representa el mayor análisis genómico e integrador de los cánceres de cabeza y cuello.
Estadiamiento del cáncer oral
Los sitios más comunes para la presentación del cáncer oral son la lengua (borde ventral-lateral, 40% de los casos), el piso de la boca (30% de los casos) y el labio inferior (25%) [13,18,19] (Figura 6).
Independiente de la facilidad de acceso de la cavidad oral durante el examen clínico, el cáncer oral se diagnostica generalmente en etapas avanzadas. Las razones más comunes para explicar esta situación son el diagnóstico erróneo inicial y la ignorancia del paciente o del profesional tratante [20], lo que disminuye marcadamente las posibilidades de supervivencia, pese a las estrategias terapéuticas [8].
En el campo clínico-terapéutico, la mayoría de los centros basan sus decisiones integrando la información clínico-patológica junto con el estado de salud del paciente [8]. En el COCE, como en la mayoría de otros tipos de cáncer, el pronóstico depende en gran medida de factores relacionados con el estilo de vida como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la comorbilidad médica y por cierto con la etapa (estadiamiento) del tumor [21].
El sistema de estadiamiento TNM se basa en la mejor estimación posible del grado de la enfermedad antes del tratamiento (Tabla 1). La evaluación del tumor primario se basa en la inspección y palpación, las áreas de drenaje ganglionar correspondientes se examinan mediante palpación cuidadosa y los estudios de diagnóstico por imagen pueden ayudar en las metástasis [http://www.cancer.gov/cancertopics/pdq/treatment/lip-and-oral-cavity/HealthProfessional/page3]. Sin embargo hasta el momento los datos entregados por el TNM convencional son insuficientes para predecir la respuesta al tratamiento no quirúrgico, lo que mantiene la puerta abierta permanentemente a los estudios moleculares para la búsqueda de biomarcadores.
Tabla 1. TNM del cáncer oral. Tabla tomada de: Rivera C. Essentials of Oral Cancer. Int J Clin Exp Pathol 2015;8(9):11884-11894. |
La información obtenida a partir del examen clínico y de imagen se utiliza para asignar un estadio clínico (cTNM), que luego se utiliza para estratificar a los pacientes (etapa clínica) para la selección de las alternativas terapéuticas y reportar los resultados del tratamiento. La diferenciación entre una enfermedad localizada (etapas I y II) de una enfermedad avanzada (III y IV) es esencial [8].
Si el paciente se somete a resección quirúrgica, el estadio patológico (pTNM) deriva de examen histopatológico tumoral y / o de los linfonodos regionales, lo que es útil en la selección de la terapia adyuvante postoperatoria y para la estimación del pronóstico [21].
Biomarcadores
Hasta el día de hoy no hay biomarcadores específicos para el cáncer oral. Sin embargo recientes estudios muestran que niveles elevados de interleukin-8 and SAT pueden discriminar entre pacientes con COCE y pacientes saludables, con una alta sensibilidad y especificidad [22]. La predicción de la transformación maligna de las displasias también muestra resultados alentadores. Evidencia reciente muestra que lesiones orales con una pérdida de heterocigosidad (LOH) de los cromosomas 3p y 9p es predictiva para un aumento superior a 20 veces de riesgo para cáncer oral [23].
Referencias
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